Hace ya algunas semanas estaba en el cine viendo Frozen con mis dos pequeñas. Recuerdo haber ido con los virus del otoño atancándome por dentro sin estar dispuesta a perderme ese momento, más por la culpa de los que me pierdo que por otra cosa.
La pequeña terminó por sentarse sobre mis piernas mientras a la otra se le salían los ojos de la cara cuando a la reina Elsa se le transforma el vestido en nieve. La cuestión es que ellas ya la habían visto pero no paraban de contarme por el camino lo bonita que era"porque en esta película no se muere ninguno de los buenos y no tienes pesadillas". Yo la que la veía por primera vez pero ellas me doblaban en entusiasmo.
Agarrando sus manos como quien quiere detener el tiempo mi cabeza no dejaba de preguntarse dónde se ha ido la niña que yo era. En un intento por rescatar mis recuerdos de infancia he "secuestrado" estos...
Siempre fui hermana mayor. Recuerdo unas barbas serias pero entrañables entre las que siempre asomaba una sonrisa y en su defecto una mano cálida. Recuerdo una madre de ojos vibrantes con pañuelo en la cabeza y mucha actitud. Recuerdo pasamontañas, triciclos, nieve en la carretera, veranos de mar y barcos. Sonidos de piano, en las cintas de un abuelo en alta mar, y en notas robadas en la biblioteca del otro. Abuelos, primos y muchas curvas en una carretera larga. Palmas sobre suelos de piedra en Semana Santa, vestidos de gallega, disfraces y recetas de cocina. Recuerdo perros y flores. Ríos de interior y mares atlánticos. Gaviotas, helados en un paseo y padres que se quieren. Recuerdo hermanos pequeños y bombones de After Eight.
Más cerca de los cuarenta me parece que por mucho que recuerde no es suficiente y que la vida adulta llega siempre demasiado pronto. Con las primeras canas que tapar pienso que siempre deberíamos ser niños. Volver a ser niña, aquí y ahora. Pedirle que se quede porque nunca debería haberse marchado. Dejarle que me enseñe a bailar, a reír y a vivir el presente como si no hubiera otra cosa, como si nada importase, porque de verdad no importa.
Hace sólo unos días escuché a esas mismas dos pequeñas, mis pequeñas, hablando en la cocina. Una le decía a la otra: "Mira yo te lo explico, cuando seas mayor querrás ser pequeña y cuando eres pequeña quieres ser mayor". Bien podrían ellas escribir todo esto y de paso el mejor libro de instrucciones para la vida.
A punto de celebrar la Navidad, yo sólo quiero ser niña otra vez. Ser niña siempre, aunque tenga que disimular una y otra vez que me he hecho mayor. Yo sé que tú me entiendes.
¡Feliz Navidad!
