Terminar eligiendo ese color para mi nuevo blog demuestra que estaba equivocada.
Mi historia con el amarillo empieza en el pueblo bonito hace menos de un año. Vivir cerca de la naturaleza ha llenado mi vida de luz. La del cielo y la de la sensación que tienes cuando sientes que has encontrado tu sitio. Desde que llegué, el amarillo me persigue: en las flores, en las hojas de los árboles, en las papeleras de mis paseos a solas por las mañanas, en los pantalones de Paco, en la caja donde guardo las Pistas de Estilo, en mi habitación...
Recuerdo haber comprado en mi primera salida por el pueblo bonito una pulsera de ese color. No dejé de mirarla todo el camino de vuelta a casa sorprendida de haber elegido justo esa. Mientras colocaba nuestras cosas en casa el pasado verano rescataba, para mi sorpresa, las que eran amarillas y les buscaba sitios especiales. Y así ha seguido pasando una y otra vez desde entonces.
Ahora soy yo la que lo busca. En pequeñas dosis, pero como una necesidad. Es como una medicina vibrante que llena mi día a día de energía. De momento, a penas está presente en mi armario aunque intuyo que eso está a punto de cambiar.
Trabajando en el nuevo blog estos meses, y ahora que es ya una realidad, he terminado de entender la razón por la que este color ha salido a mi encuentro. El amarillo representa para mi la luz, pero no una cualquiera. El amarillo es la luz del estilo. Ese único e irrepetible de cada uno. El que quiero que inspire este pequeño mundo con una ilusión y una convicción: cuando una mujer encuentra su estilo es mucho más feliz.
Te vistas del color que te vistas, hay uno que está dentro de nosotros mismos siempre. Así que ya lo sabes, el amarillo es tuyo y mío, es nuestro amarillo.
La foto del perro es de la fotógrafa Amanda Kraft