Si todavía cuentas los días hay tres opciones: aún no ha pasado suficiente tiempo, tienes prisa o las dos cosas a las vez.
Es fácil querer correr. Siempre queremos correr.
Llevo días recordando cómo eran los primeros pasos de mis hijos. Pero los primeros de verdad, los baby steps. Creo que es la imagen más parecida a los que damos nosotros ahora mismo. Atrevidos, valientes, inconscientes, vulnerables, pequeños...
Cuando aprendes a andar no hay quien te pare y quieres poner un pie detrás del otro todo el rato. Pero mamá no se separa de tu lado. Te sigue de cerca o te lleva de su mano para no caerte. Y ella sabe cuando toca parar. Siempre llega un momento en el que todos se confían. El que da los primeros pasos y la mano de mamá, que se distrae con muchas otras cosas. Y empiezan las prisas.
Nos damos un margen mientras parece que tenemos excusa. Pero en cuanto ésta pasa, volvemos a querer correr. Y no sirve de nada cuando vuelves a empezar otra vez lejos de aquello que dejaste. Quizás no sirva nunca.
No sabes si lo de antes era mejor, pero era tuyo. Y lo de ahora, seguramente maravilloso, te resulta ajeno. Las cosas no son bonitas ni feas, ni emocionantes o tristes, ni fáciles o difíciles, ni nuevas o viejas, son todo a la vez, que es lo mismo que nada. Necesitan tiempo para ir definiéndose y para que tú lo hagas con ellas.
Se calma la adrenalina de los últimos meses (en nuestro caso un largo e intenso año) y aparece el cansancio. Transitas entre una y otra cosa, por la zona más baja de lo que los expertos llaman curva del cambio. Yo lo llamo "tierra de nadie".
Y me entra la risa a mi sola recordando mis preparativos para este cambio. Recuerdo a María diciéndome: te imagino metiendo los cajones de los calcetines ya preparados en las cajas de la mudanza. O yo contándole a Silvia que si todas mis cosas se perdieran podría volver a empezar con lo que ves en estas fotos.
Después de haber perdido mi móvil, romperme el dedo de un pie, cambiar de wifi dos veces, sufrir algunas decepciones gordas y muchos obstáculos que saltar, tengo que volver a recordarme que vivir es dejarse llevar. Y luchar buscando lo positivo en cualquier sitio y en cualquier situación.
La imagen de este puzzle no aparece en ninguna caja, ni puedes escogerla entre varias opciones. Es una sorpresa hasta el final. Somos curiosos, como lo es esta isla y sus gentes. Olvidamos con facilidad lo que más necesitamos recordar. Suerte que la vida sí sabe el guión y nos lo va desvelando a golpe de tiempo y paciencia.
La imagen de este puzzle no aparece en ninguna caja, ni puedes escogerla entre varias opciones. Es una sorpresa hasta el final. Somos curiosos, como lo es esta isla y sus gentes. Olvidamos con facilidad lo que más necesitamos recordar. Suerte que la vida sí sabe el guión y nos lo va desvelando a golpe de tiempo y paciencia.
Y me acuerdo entonces de la mano de mamá sosteniendo y vigilando mis primeros pasos. Y sus manos se han multiplicado ahora, son las de ellos. Y sus caras, sus sentimientos, sus necesidades, sus retos, sus sueños, sus confidencias, sus llantos y sus risas. Ellos son los que vigilan mis baby steps y los que los volverán más firmes.
Y basta mirarle a él sin mediar palabra para que el balance de este primer mes esté hecho. Nosotros sabemos que todo esto pasará. Que en el momento en el que nos estamos mirando ya ha pasado. Que nada es para tanto y que somos muy afortunados.
Mi campamento indio, numeroso y reunido al fin. Esa es mi suerte: hacer lo que sea con ellos. Y cuanto más grande sea el reto, más nosotros nos volveremos. Nunca antes este campamento me pareció tan campamento como ahora. Bendito refugio. Benditas alas.
Y lo escribo para no olvidarlo porque mañana ya todo será un poco menos ajeno y seremos menos bebés. Y porque quería escribirte.
Un abrazo grande desde la isla curiosa. Volvemos a empezar,

PD: Hoy que el blog vuelve a empezar desde aquí quería hacer una reflexión sobre el inglés. Sé que hay a algunas personas que les molesta, aquí y en redes, encontrarse con palabras y frases en inglés. Me encanta mi idioma y de hecho, es el único en el que puedo escribir de verdad.
Siempre he creído que hablar idiomas es una riqueza que suma y que no va nunca en contra de ninguna lengua. No hace de menos a otra y hace de más tu cabeza y tu mundo. Ya me gustaría que mi nivel de inglés fuese bilingüe pero no lo es. Y me ilusiona mejorarlo mucho este tiempo aquí. Es fácil que como hoy se cuelen expresiones y palabras que me recuerden a mi día a día ahora o que me resulten simplemente más expresivas. Es como un juego, sin más pretensiones. Baby steps por ejemplo, me sonaba mejor que pasos de bebé o primeros pasos.
Siento a quien esto le pueda molestar pero no comparto ese punto de vista y además, para mi sería como cerrarme a un idioma y una cultura de la que tengo toda la intención de aprender todo lo que pueda durante este tiempo. Dicho queda :)