Sé que desde que decidí queel amarillo fuera el color de este estilo feliz ya no podré escaparme de el.
Tampoco quiero, pero no deja de sorprenderme mi relación con este color, con el que ahora ya todo el mundo me relaciona. Y la verdad es que cada vez que me lo encuentro en cualquiera de los rincones de mi vida me saca una sonrisa.
Por otro lado, que hay que preparar los armarios antes de una mudanza es algo que aprendí después de nuestra primera experiencia en Munich. Recuerdo, de aquella vez, que me mudé con un montón de ropa que no me sirvió para nada.
Parece muy obvio, y de hecho lo es, pero es importante pararse a pensar en las diferencias entre el sitio en el que vives y en el que vas a vivir. De estilos de vida, de clima, de costumbres... Te puedo asegurar que tu estilo sometido a un cambio tan grande como ese cambiará de todas formas, pero prepararse lo hará más fácil.
En aquellos meses antes de la mudanzami primer pensamiento sobre Inglaterra fue el de la lluvia. Lo que me llevó a querer equiparlos a todos con botas y abrigos impermeables. Cuando vi en Zara estos abrigos amarillos me lancé a por ellos :)
El amarillo en un abrigo tiene, además, el poder de recordarme el amor de mi padre por el mar, y esas imágenes de marineros con sus ropas de aguas que no se asustan ni del agua salada.

Los llevábamos puestos en el viaje de ida. A mi me pareció que nos ayudaba a sentirnos parte del mismo campamento y preparados para el viaje que estábamos a punto de comenzar. Seguimos usándolos en muchas ocasiones, casi siempre cuando hacemos planes en familia.
Y cuando lo hacemos, yo sonrío pensando en cómo cumplen su papel de amuleto feliz y poderoso para bailar mejor bajo la lluvia. La del cielo y las otras que se cuelan de vez en cuando.
Y aún es más curioso teniendo en cuenta que esa es la única prenda que queda igual en sus armarios. Pero esa es otra historia que te cuento el jueves.
Saludos desde la isla curiosa,
Saludos desde la isla curiosa,

Las fotos las hice con Silvia todavía en el patio de la casa de las ventanas azules. El cuadro de Verónica Grench me acompaña ahora en la pared de mi despacho en la nueva casa. Y la nube de Paparajote en el cuarto de juegos. Las dos cosas las compré en Destino Norte, en plenos preparativos de mi mudanza, aquel fin de semana de libros y talleres en Oviedo que recuerdo con mucho cariño. Pura terapia amarilla :)